martes, 1 de septiembre de 2015

Ignác Semmelweis y la solución a la muerte por fiebre puerperal: Otra paradoja.

El parto a supuesto una situación de riesgo para las mujeres. Durante mucho tiempo, uno de los mayores peligros de dar a luz era la fiebre puerperal. Entre 1841 y 1846, los médicos del Hospital General de Viena atendieron más de 20.000 partos y murieron casi 2.000 parturientas (una de cada diez) y en 1847, la situación se agravó y murió una de cada seis. En este último año, Ignác Semmelweis entró en el Hospital a trabajar como médico y la alta tasa de muertes en el parto, le preocupó profundamente.
Lo primero que hizo fue reconocer que, realmente, los médicos no tenían ni idea de las causas de la fiebre puerperal y tras analizar las inverosímiles causas que se proponían como causas de la fiebre, se decidió a recopilar y estudiar los datos sobre las muertes en el paritorio.
A partir de los datos obtenidos, descubrió un hecho intrigante. En el hospital había dos salas de partos diferentes; la sala de médicos y estudiantes varones con un tasa de mortalidad del 9,9% y la sala de comadronas y mujeres ayudantes con una tasa de mortalidad del 3,9%. Tras darle muchas vueltas a esta diferencia, no logró encontrar una solución.


Ignác Semmelweis. Fuente: Wikipedia.


No obstante, ocurrió que un profesor que estaba enseñando a un grupo de alumnos, se cortó con un bisturí mientras hacia una de las muchas autopsias que se practicaban en el Hospital General de Viena.  Este corte hizo que el profesor enfermara y que tal como observó Semmelweis,  muriera de igual forma que muchas de las parturientas del Hospital. El caso del doctor estaba claro, había muerto por las "partículas cadavéricas" que se habían introducido en su torrente sanguíneo, entonces, ¿no les ocurriría lo mismo a las parturientas que morían en el paritorio?
Pues seguro que si y además, dedujo Semmelweis, estas "partículas" eran introducidas en el útero de las parturientas por los propios médicos, cuando estos reconocían a estas mujeres, tras haber realizado alguna autopsia y no haberse desinfectado las manos. Esto explicaba claramente que la tasa de mortalidad fuera mayor en la sala de partos de los médicos que en la de las comadronas.
La solución fue muy fácil, obligar a desinfectarse las manos con una solución clorada a médicos y estudiantes después de realizar una autopsia y muy efectiva, la tasa de mortalidad en la sala de partos de los médicos bajo a menos de un 1%. No obstante, ¿crees que Semmelweis tuvo el reconocimiento que se merecía?
Pues, todo lo contrario.
Aunque los resultados eran indiscutibles, el grueso de los médicos opinaban, por una parte que, era imposible que una enfermedad tan grave no podía tener una solución tan sencilla y por otra parte que, era muy improbable que ellos fueran el origen de la enfermedad.
Tras observar esta situación, Semmelweis cayó en una profunda depresión que llevó a que lo ingresarán por la fuerza en un sanatorio mental y que tras intentar escaparse, muriera al poco tiempo, con su reputación por los suelos.
Claramente, la situación es una nueva paradoja. Las paradojas, como situaciones que contradicen el sentido común, son muy interesantes y las hemos tratado en varias entradas de este blog (esta y esta otra).
Aquí te dejo un pequeño documental sobre este tema.




Y por último, esto que te cuento, aproximadamente, aparece en el capítulo 4. La cosa tiene arreglo... y es fácil y barato.... del libro Superfreakonomics